La avalancha de hipocresía y falsedad no la puede tapar la Navidad. Y así es la vida, grandes dosis de frialdad, egoísmo y crueldad con trocitos de paz, calma y amor. Y como todos sabemos que en estas fechas mucha gente se pone sus mejores trajes de gala y están bellos, hay que recordarles que siguen llevando su máscara. Y es que, como dice el refrán, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
No te fíes de los que «ofrecen su amistad» por estas fechas, ni tampoco de los familiares que te han hecho la vida imposible durante todo el año y ahora van de buenos al sentarse en la misma mesa para cenar o comer. No valores ni juzgues a nadie por cuatro días, sino por la suma de todo el año.