Después de unos días con la noticia por todo internet y miles de dibujos, aplicaciones web y cientos de caras con el fondo del Cristo de Borja danzando por los escritorios de los PC y pantallas táctiles de dispositivos móviles de miles de usuarios, ¿creías que se me iba a pasar esta anecdótica aventura de la señora Cecilia y sus pinturas rupestres?.
Vamos a empezar por el principio,y que mejor que seguir el siguiente esquema:
Cecilia Giménez, una señora de 81 años, es una feligresa del Santuario de la Misericordia de Borja, situado en la província de Aragón (España), que acude puntualmente y durante años a su cita con la Iglesia. Hasta aquí todo normal.
El problema viene que justo en una de las columnas hay una obra de arte que fue pintada por Elías García (1858-1934), un pintor casi anónimo de valencia cuyas obras no han sido muy conocidas (ahora sí, por supuesto). Esta obra se titula el Ecce Homo y es una de las representaciones de Jesucristo en la que se expresa sin ningún elemento ni acompañante.
Pues bien, como pasa normalmente en los pueblos, nadie hace caso a nada hasta que sucede el desastre. Resulta que la pintura que se realizó el siglo pasado, pues nadie la restauraba…y yo creo que es que nadie le hacia caso al Cristo Graffiti de la pared. Evidentemente, el párroco debería haberse percatado de que su local necesitaba pasar la revisión y soltar un poco de plata, guita, euros y dólares para poder conservar una obra de arte. ¿Qué pasa? ¿Qué como es del siglo pasado solamente no merecía una capa de pintura cara o qué?.
Entonces es cuando aparece nuestra protagonista, la señora Cecilia que, disgustada por el estado del Ecce Homo decide poner todo su empeño y pregunta al párroco si sería posible repasar un poco la pintura con algún pincelito sin que se llegue a notar. Ahora bien, esto son suposiciones mías y creo que el encargado de la Iglesia dió el visto bueno con tal de ahorrar un poco de dinero y así tener entretenida a Cecilia. Y no seamos falsos, en todos los trabajos y aunque sea de sacerdote, la gente nos molesta con sus preguntas, dudas e historias varias. Podemos aguantar un rato, pero es que hay individuos que te taladran la cabeza. Por eso, no quiero pensar cómo era realmente Cecilia, pero viéndola por la televisión me da que tiene todos los puntos para ser «cliente pesadillo».
Total, que al principio se dedicó durante algunos meses a pintar solamente la túnica del Ecce Homo y supongo que como estaba tan contenta y las demás compañeras la veían como «la salvadora» de la Iglesia, se alzó de protagonismo y ni corta ni perezosa, decidió que su vocación sería hacer sombra al mismísimo Miguel Ángel.
Manos a la obra, pensó que había llegado la hora de quitarle unos años y eliminar esas «arruguitas» del Cristo, así que modificó su carita lo más mínimo….bueno, lo más mínimo que ella creía porque el resultado es el que puedes ver en todos los sitios. ¿Qué te parece? Una auténtica chapuza humana…¿o no?.
Ésta es la duda. Así como la energía no se destruye sólo se transforma, con Cecilia he aprendido que el arte también se transforma y que una chapuza nunca había generado tanta expectación social que hasta más de 150 países hablan ya del Ecce Homo de Cecilia Giménez. Y ahora que ya se sabe que la restauradora oficial (Encarnación Ripollés) contratada por el Ayuntamiento va a valorar si conservar también ambas pinturas, entonces queda en entredicho si lo que hizo esta señora con buena intención es una chapuza o no. Ella ha creado un arte moderno, un arte viral…un Cristo viralizado diría. Eso no tiene precio, aunque sea un simple moda.
Como resultado, el pueblo de Borja está recibiendo más visitantes que en todo el año y la família propietaria del cuadro ha aprovechado la fama de Cecilia para volver a resucitar las obras de Elías García, el verdadero artista y creador.